La palabra, como lo he dicho muchas veces en mis post de redes sociales y por esta vía, tiene mucho poder. La palabra es energía y como tal tenemos que usarla, pues seguro estoy que tú que me lees, no quieres hacer maldad al emitir comentarios que afecten de forma brusca a otras personas.
Como me gusta mucho escuchar a la gente, me intereso en sus experiencias, trato de siempre estar en modo aprendiz para digerir nuevos conocimientos. De los pacientes y de las personas que se acercan a mí, siempre me he quedado con sus experiencias para asimilarlas y poder integrar a mi vida mucho de lo aprendido o, en otro caso, contarlas para que otros también puedan conocer otros puntos de vista.
Si hay algo que se queda en la mente de todos son las palabras, tanto las que escucharon desde su infancia, como las que oyen a diario de parte de su familia, amistades o compañeros de trabajo. No ha existido un paciente que no saque a flote alguna palabra o frase que lo marcó significativamente, porque debido a mi experiencia propia, siempre pregunto cómo recuerda su infancia, su adolescencia, lo que más se grabó en su mente y de allí salen cosas que terminan siendo una de las causas principales de su mal estado de salud y, a veces, incluso ha resultado ser la única razón de sus desequilibrios físicos.
Por esta razón quiero llevarte a la reflexión para que aprendas de una vez por todas que hablar por hablar nunca da buen resultado, que las palabras resuenan en la vida de los otros, que no se puede emitir un comentario sin una base, que no se puede herir a nadie con palabras denigrantes o fuera de tono, que las palabras no se las lleva el viento, como dicen por ahí, ellas o construyen o destruyen, entonces tú debes saber, desde ya, que es mejor callar que decir cosas que dañen la salud mental de quienes nos escuchan.
Nunca vamos a saber cuánto daño hacen nuestras palabras hasta que no nos toque a nosotros estar del otro lado escuchando, por eso Calla, sí calla y mantente como observador en casos de que no tengas nada bueno que decir en algún lugar donde te encuentres o quien compartas. Hay parejas que han terminado en divorcio por algún comentario hecho en situaciones que no eran las adecuadas.
Cuando, por ejemplo, ya vas a dormir, es un error llevarse las discusiones a la cama solo porque allí la pareja se encuentre sola, compartiendo en un espacio donde nadie los escuche. Las palabras se emiten tomándose un café o un té, compartiendo en cosas que no sean comidas, porque muchos suelen discutir problemas o resolver casos comiendo, desconociendo que eso puede devenir hasta en un problema cardíaco.
Los padres y abuelos también tienen una ardua tarea por delante, deslastrarse de esas ideas de cómo los criaron a ellos e integrarse a la nueva era con nuevas formas de educar a sus hijos y nietos.
Ellos sabrán agradecer más tarde, no pertenecer a ese grupo de adultos que hoy sigue cargando con el mal trato y las palabras despectivas de sus progenitores. Nos toca a todos hacer la tarea y eso es a diario y sin cansarse.
Hasta la próxima publicación…
Zuluan Orion
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