Cada año esperamos que la Navidad sea mejor que la anterior, desde enero hacemos planes para que todo salga como lo esperamos, pero cuando llega ese día suele encontrarnos vacíos, pues nos dedicamos a llenarnos de más cosas superficiales: con más regalos que esperanza, con más comida que amor, con más vanidad que paz. La Navidad siempre será una excusa para compartir en familia, pero también es para regalarnos lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos, que es revivir ese espíritu amoroso y vivaz que habita en nosotros y que a veces sacamos a pasear y de regreso le cerramos la puerta.
La Navidad entonces es propicia para darnos más, sí se puede revivir con cosas materiales, porque la buena comida también alimenta nuestra alma porque nos alegra el corazón, percibiendo aromas y degustando de lo bueno, pero no podemos olvidar el fin primordial de este día: el renacimiento de nuestra Consciencia Crística, como un regalo muy especial que debemos agradecer.
Una navidad sin amor es como una comida sin sal, no se saborea igual, así que de nada valen muchos presentes si no tienes el corazón abierto para recibir con la más absoluta humildad la luz de Cristo en tu vida, es un renacer a la vida que experimentamos de forma muy especial este día, no hay otra manera de explicar por qué la gente no siente otros meses lo mismo que en diciembre; es una oportunidad que llega una vez cada año, tómalo si quieres como un regalo del cielo, pero vívelo de verdad. No pierdas la posibilidad de regocijarte en Cristo Jesús que nace, simbólicamente, cada año en ti para encontrarte con tu propia luz. Todo lo demás que disfrutes durante este día es válido, es una fiesta para celebrar, pero con consciencia, con el corazón hinchado de amor para darte y para dar.
¡Feliz Navidad! Hasta la próxima publicación…
Zuluan Orion
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