Somos uno en dos polos opuestos: luz y oscuridad, lo que nos diferencia son nuestras elecciones, nuestro libre albedrío, nuestro poder de elegir entre lo bueno o lo malo, lo blanco o lo negro, entre el amor y el miedo o entre la alegría y la tristeza. Nuestro Padre Madre Universal, nuestro Padre creador, nos dio ese hermoso regalo de elegir entre el bien y el mal, por tanto tenemos que saber que todo lo que nos pasa es producto de esa elección. Hay cosas que se salen de nuestro control, a las cuales no tenemos acceso, por ello hay una frase que dice que sólo Dios sabe por qué pasamos por esas experiencias, además el tiempo siempre nos revela esos por qué. Algunos me preguntan si debemos rechazar entonces ese lado oscuro que todos tenemos y respondo como mis maestros: ámalo también porque es parte de ti, sólo que no lo alimentes.
El lado oscuro a veces nos sirve para prevenir, cuando somos desconfiados o sentimos algún tipo de malicia y, sabemos interpretar bien esas emociones, nos daremos cuenta que son alertas para poder cuidarnos, para protegernos y proteger a los nuestros. Nuestro lado oscuro nos muestra también la oscuridad de otra persona, de no ser así ¿Cómo sabríamos cuando algo no nos conviene? La desconfianza usada para protegernos es buena.
De ahora en adelante aprende a distinguir qué lado oscuro de ti puedes dejarlo aflorar cuando sea necesario, pero no te acostumbres a usarlo a menudo, porque puede ser un arma de doble filo, que te puede perjudicar porque no verás que la luz también puede ayudarte a vibrar tan alto que las cosas malas no serán parte de tu vida.
Consigue siempre un equilibrio en tu propio Ser, ama lo que eres, porque Dios te hizo perfecto, pero cultiva más tus virtudes. Somos también sombra y cuando sabemos apreciarla, nos encontramos con la sorpresa de ver mejor hasta dónde podemos llegar para brillar, para irradiar luz, porque nuestro propósito en esta vida está ligado al servicio a la humanidad.
Las heridas también son parte de ese lado oscuro y, sin embargo, te han enseñado que sin ellas nunca hubieras podido dar esos pasos tan importantes en tu vida, aprendiste por las malas, quizás con mucho dolor, pero ahora agradeces ese aprendizaje, porque además de enseñarte, ahora te queda la lección para enseñar a la nueva generación que tienes frente a ti. Casi todo lo que nos impulsa termina siendo parte de nuestro lado más oscuro, como el miedo, la ira, la tristeza, lo que tenemos es que distinguirlo a tiempo para no dejarlo crecer, sino ponerlo a trabajar para crecer.
Hasta una próxima publicación…
Zuluan Orion
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