Lo que sembramos tarde o temprano lo cosechamos, es una verdad universal. No es la primera vez que habrás leído esta frase, ni la primera vez que te la recuerdo, pero se hace necesario impulsarte a buscar las verdaderas razones de tu actual existencia. No podemos andar por la vida quejándonos de nuestra mala suerte, sin asumir la responsabilidad de nuestros actos.
La vida es una moneda, tiene dos caras, pero ambas forman parte del mismo objeto, es tan fácil entender esto si lo comparamos con nuestra existencia. No necesitamos ser tan inteligentes como para saber que si actuamos mal, el mal se nos devolverá algún día por ley del Karma; los actos son parte de este círculo de la vida, por ser redondo todo regresa a su sitio, al mismo del cual partió. No necesitamos tener bolas de cristal ni lecturas de astrología para descubrir nuestro destino, sólo debemos detenernos a pensar qué exactamente estamos haciendo hoy, pues eso redundará en nuestro mañana.
El destino es creado por nosotros mismos al crear nuestro modus vivendi; es nuestra manera de relacionarnos, de servir, de reaccionar, de pensar, de sentir, lo que nos va formando la vida que estamos experimentando. Si suceden cosas ajenas a nuestro proceder, siempre habrá que detenerse a pensar, de qué forma fueron atraídas a nuestro presente y allí encontrarás la respuesta para enmendar el error y seguir adelante. Porque no se trata de vivir de forma paranoica la vida, se trata sí de ser conscientes y responsables, porque tenemos derecho a enojarnos en algún momento, tenemos derecho a llorar, a sentirnos tristes, pero son momentos que nos sirven para recapacitar, no para tomar venganza, ni para creer que el mundo está en nuestra contra.
Hay una frase tan vieja como cierta: no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan y a eso se le ha agregado: no permitas que te hagan lo que tú no harías. Desde ahora, trata de sembrar semillas de bien a dondequiera que vayas o que estés, porque esa será tu cosecha.
Hasta la próxima publicación…
Zuluan Orion
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