Cuando no reconocemos los actos que realizamos estamos negando nuestro propio poder creador. No podemos estar sincronizados con la realidad cuando culpamos a otros de nuestros problemas, de nuestras circunstancias, sin pensar que han sido producto de nuestras decisiones.
Por libre albedrío tenemos la plena responsabilidad de nuestros actos, somos los creadores de nuestro futuro con cada acto que realizamos en el presente, es a nosotros mismos a quienes tenemos que rendir cuentas, analizarnos y perdonarnos si alguna acción nos provocó daños, tanto emocionales como físicos. Es cierto que otras personas pueden empujarnos a tomar decisiones, como por ejemplo, cuando tu pareja no te ayuda en algún compromiso económico o alguna actividad que requiera fuerza y tienes que hacer todo tú solo; esto puede acarrearte alguna mala decisión por apuro o por no contar con algún consejo o pudo provocarte una enfermedad por la fuerza física que empleaste, pero esto pudo incluso ser evitado, si te hubieras detenido a pensar mejor las cosas o, con paciencia, esperar por la colaboración de otras personas.
Tú puedes aprender de tus errores si no los niegas, si tienes plena conciencia de ellos, si sabes que provienen de ti, que nadie afuera te obligó, que eso pude hacerse de otra manera. Cuando insistimos que otros son los culpables es cuando no estamos viviendo en modo presente, en modo consciente, allí radica la diferencia entre quienes niegan sus errores y entre quienes humilde o valientemente los asumen.
Aprender de los errores implica entonces honestidad con uno mismo, sincerarnos para enmendar y seguir adelante, todo se puede solucionar con la verdad siempre por delante; recuerda que la verdad nos hace libres.
Hasta la próxima publicación…
Zuluan Orion
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