Con tanta información que tenemos a nuestro alcance, ya una buena parte de la humanidad sabe que un gran porcentaje de lo que le sucede en su vida, proviene de sus propias emociones. No hay manera de huir de una realidad que nos recuerda a diario que si estamos enojados, nuestro cuerpo se resiente, la digestión se hace más lenta, la cabeza duele, la tensión aumenta, todo es un proceso que empieza con una emoción y se convierte en un problema físico que debes atender.

Cuando huimos de los fantasmas que hemos venido alimentando con el paso del tiempo, también estamos huyendo de la solución. Un fantasma es esa emoción o creencia a la cual le has prestado mucha atención, le has dado poder, has creído tanto en ella, que la dejas vivir contigo, creyendo que es inofensiva, pero cuando caes ante alguna adversidad o enfermedad, te das cuenta que ella es la primera que se asoma para afianzar esa negatividad, entonces quieres huir y te toca un doble trabajo.

Para ponerte un ejemplo: tú quizás has pensado que eres un ser sociable que siempre tienes que vivir en la calle, disfrutando de la vida y los amigos, pero cuando te toca estar encerrado por alguna situación, sientes que vas a morir, que no tienes la capacidad para aguantar estar solo o sola, que odias la soledad y la vida en casa, y allí es cuando te das cuenta que siempre has creído en eso, que has alimentado la idea de ser incapaz de detenerte, de tener un tiempo a solas contigo, de amar tanto tus ratos en bullicio como en silencio, entonces no quieres escuchar esa voz que te dice ten paciencia, insistes en salir de ese estado solo por miedo a estar en soledad.

Enfrentar esos fantasmas, esas creencias, esos miedos, es vital para volver a la luz, a la serenidad y tener la seguridad de que eso pasará, como las demás adversidades que has atravesado en tu vida. Cuando te pase, piensa qué otros fantasmas has estado alimentando durante toda tu vida, es hora de enfrentarlos y liberarlos.

Hasta la próxima publicación…

Zuluan Orion