¨Amarás a tu prójimo como a ti mismo¨ Mateo 22:39
Vivimos en un momento crítico en la evolución de la consciencia humana, donde estamos transformando la manera de percibirnos, una era está a punto de terminar, una era donde el ser humano ha cosificado al prójimo y, más triste aún, se ha cosificado a sí mismo. A través de esta era nos han domesticado y nos han invertido los valores y el orden de la vida, donde tristemente ahora valoramos las cosas y usamos al prójimo, cuando debería ser al revés. Con ello rompemos el valor de la vida y nos desconectamos de nuestra esencia y propósito. El gran maestro de sabiduría de Nazaret nos enseñó esta hermosa frase.
Esta desorientada visión ocurre cuando perdemos visión de nuestra naturaleza, erróneamente identificándonos con aquello que nuestros sentidos perciben, viéndonos de esa manera como objetos de nuestra percepción y degradando así nuestro espíritu, hasta el punto de que hemos perdido visión de él. Tristemente hemos cosificado al ser humano, como si éste fuese un objeto, percibiéndonos separados el uno del otro, dándole cabida a la diferencia y con ello al sufrimiento.
¿Podemos revertir esta errónea visión, restaurando así el orden universal, donde el espíritu es valorado sobre la materia? Podemos hacerlo, siempre que seamos sinceros con nosotros mismos, este primer paso es el más importante, para así generar una transformación en nuestro corazón, erradicando la cosificación del ser humano, rompiendo con los esquemas ignorantes que han generado la misma, restaurando el reino de la unidad.
Para comenzar, tenemos que vernos y ver al prójimo más allá del cuerpo y mirar nuestras las presencias almáticas a través de nuestros ojos. Reconociendo que el Origen o Ser que nos da vida transciende nuestro sentimiento de separación y es uno y el mismo, teniendo una experiencia humana a través de todos nosotros. ¿Qué más podría ser necesario para esta doliente humanidad?
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