Para entender dónde estamos y para donde vamos como seres humanos y como nos percibimos en el mundo que vivimos, tenemos que recordar primero de donde surgimos. De lo Absoluto hacia la manifestación el universo ha sido creado con asombrosa variedad en toda su manifestación, seres de luz y espirituales deciden experimentar este maravilloso evento que es la manifestación, tomando una forma que les permita ahora interactuar, vivir y sentir todo lo que está surgiendo en sus conciencias. En un principio todo fue maravilloso, las vivencias que se tenían eran claras y en armonía con el origen universal, no había fricción ni la necesidad de ponerle los frenos a experiencia humana que puramente surgía. A medida que empezamos a sufrir al ver que el mundo nos proveía regalos maravillosos, pero también la posibilidad del dolor, fue más fácil ejercer nuestro libre albedrío y a decirle “no” a la vida, una vez que empezamos a ejercer la capacidad de no fluir con la vida, empezamos a sobrevivirla. El ser humano rápidamente empezó a contraerse más y más en su forma, hasta que empezó a percibir el universo como algo ajeno y separado de sí mismo. Aquello que inicialmente fue un paraíso experimental ahora se convertía en un mundo tenebroso que debería ser sobrevivido a toda costa, dejamos de vivir para empezar a sobrevivir y este gran cambio en la manera de percibir la vida nos ha llevado más y más por un camino basado en separación y sufrimiento.
Ahora nos encontramos en un mundo que desde que nacemos nuestra frágil vida depende directamente de nuestros entornos para sobrevivir, desde bebes dependemos cien por ciento de nuestras madres para ser alimentados, protegidos y educados, un proceso de enseñanza y domesticación que es basado en la necesidad de sobrevivir, desde niños se nos guía a ser el mejor que podamos ser, reforzado a diario por nuestros padres que nos inculcan la idea de “ser alguien en la vida”, desconectándonos de una forma agresiva y violenta de lo que realmente somos, a medida que crecemos nos damos cuentas que la sobrevivencia humana es mucho más compleja que la de un animal, tenemos no solo que alimentarnos pero desarrollarnos socialmente para que la imagen que se va moldando sea del agrado ajeno, creándole una imagen al mundo que pueda ser aceptada y este capacitada para este gran compromiso que conlleva el ser humano consigo mismo, para no colapsar ante la experiencia de gran magnitud que es salir adelante con nuestras vidas.
La mayoría de nuestras culturas están basadas en este modo de operación, donde la identidad social prima, basada en esquemas de apariencias y procedencias. Creamos sistemas políticos porque indirectamente no queremos asumir la responsabilidad que tenemos con nosotros mismos ante la vida, esperando que otros más preparados se hagan responsables de nuestra sobrevivencia. Muchos proponen igualdad social para ayudar aquellos menos preparados a sobrevivir la vida, creando con ello las semillas de la ignorancia, pobreza y futuro sufrimiento o inestabilidad social. El ser humano ahora se ve aceptado o rechazado por esquemas sociales y se ve atrapado en ruedas que enlazan y aprisionan su capacidad de expresión en la vida. Se han escrito muchos libros en estos temas donde se debate el equilibrio del individuo y sus necesidades y el sistema creado para proveerles.
¿De donde proviene este dilema tan grande que es la sobrevivencia? Las raíces de estas formas de pensar surgen cuando nosotros perdemos nuestra verdadera identidad al encarnar en este mundo experimental, nuestra esencia es por naturaleza benevolente y armoniosa, en nuestra esencia no tenemos un sentimiento de separación que nos haga sentir diferentes a otros seres e incluso todo lo demás. Somos pura consciencia o espíritu teniendo una experiencia humana, somos extensiones o manifestaciones de aquello que siempre es divino y perfecto, el universo nos ha dado el regalo de la vida, ¿porque entonces asumimos que la vida no se va encargar de nosotros mismos? Porque perdimos nuestro centro y nuestra directa relación con la vida misma, atrapados en un mundo de esquemas donde dejamos de confiar en esta sagrada relación. Cuando el ser humano empieza a despertar de este sueño que es la sobrevivencia, el empieza a redescubrir que la vida es para vivirla y no sobrevivirla, este ser más despierto de dar cuenta de su conexión universal, confiando en su origen y por consecuente empieza a fluir con la vida y no en contra de ella. ¿Cómo llegamos a despertar de este sueño de la separación a individualidad? Rompiendo con las ideas formadas en nuestras mentes de quien somos en el proceso de domesticación y educación, haciéndonos consientes que la imagen creada por nuestras mentes es nuestro ego, ilusorio e inexistente, después de todo la mente no tiene ser para sí misma, ¿qué significa esto? Que el ser que nosotros asumimos ser es totalmente inexistente, pura ilusión sostenida por un sentimiento de separación, que surge cuando nuestra Consciencia ve el mundo y los demás como otros u objetos de su experiencia.
Para muchos es más fácil no aceptar el verdadero reto de la vida que es disolver y romper todos estos esquemas y pierden el propósito de la superación, muchos confunden esta superación, con tener más o ser mejor en algo. Cuando la verdadera superación tiene que tener raíces en nuestra verdadera esencia, superando nuestras creencias previamente aceptadas, cada vez que transformamos nuestra forma de ver la vida con una conexión más universal estamos realmente superándonos, el ser que vive en torno a la unidad vive la vida sin querer explorarla o exprimirla, se desarrolla el naturalmente y conecta con sus verdaderas virtudes que están alineadas con el Universo. El gran miedo detrás de esta transformación surge porque el ego o mente siente y piensa que si se les da cabida a estos niveles más profundos de nuestro ser él va dejar de existir. Siempre vamos a tener un nivel de nosotros que nos conecta con la necesidad de proveer para el cuerpo, pero no podemos poner nuestra atención solamente hay; permitiendo la expresión de todo lo que somos atreves de nuestras vidas humanas.
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